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Obras publicadas de Raquel Sánchez García

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sábado, 20 de septiembre de 2008

Ingratos Recuerdos

La visita al Museo del Prado resultó extenuante para Alicia. Nunca había imaginado que aquello fuera tan enorme, suponía que sería un edificio grande pero no tanto. Habían estado tomando algo dentro de la propia cafetería–restaurante del museo y cuando iban de regreso a casa, ya por la tarde, pasaron cerca de otros sitios característicos de Madrid: la Fuente de Neptuno, dos de los hoteles más lujosos de la ciudad, Ritz y Palace, el Monumento a los Caídos en la Plaza de La Lealtad y finalmente, la Fuente de Cibeles, donde el Real Madrid realizaba sus celebraciones cuando ganaba las distintas copas de fútbol, según le comentó Toni, aficionado incansable de dicho equipo.

Al ir andando por el Paseo del Prado, Alicia se fijó en una figura que sobresalía de una de las fachadas de la parte derecha de la calzada, era un barco realizado en hierro que, aparentemente, presidía una puerta con un ancla, al lado de un edificio sobrio con bandera de España.

- Anda y aquello ¿qué es? – preguntó curiosa.
- ¿El qué? – preguntó Raúl girando la cabeza hacia donde la muchacha indicaba.
- Eso de ahí, ese edificio con aquel barco, el ancla y la bandera, ¿lo ves?
- Ah sí, eso es el Museo Naval y el antiguo Ministerio de Marina, actual Cuartel General de la Armada. Ahora esta cerrado, creo que los lunes toman un descanso y sólo abren por las mañanas. Si quieres visitarlo podríamos venir otro día de esta semana. Hace años que no vengo, supongo que algo habrán cambiado, solía venir con mi padre cuando era pequeño. Creo que dentro hay antiguos recuerdos de la Marina Española, desde la época de los Reyes Católicos a la actualidad – respondió Raúl.
- Sí, podemos venir un día de esta semana, aunque no sé si me gustará, no soy muy aficionada a las cosas que tienen que ver con actos bélicos o con los marineros después de mi mala experiencia con... – los ojos de Alicia se llenaron de lágrimas.
- ¿Experiencia con qué o con quién? ¿Te ocurre algo? ¿Te sientes mal? – preguntaron los dos chicos al ver su reacción.
- No, no es nada, gracias muchachos, ¿nos vamos a casa? Estoy algo cansada.

Toni se despidió de ellos, pues quería pasarse por casa de su hermana a ver a sus sobrinos, les comentó que, probablemente, se quedaría a cenar con ellos y si era muy tarde pasaría allí la noche, por la mañana, temprano, les llamaría para ver que habían organizado para ese día. Cuando Raúl y Alicia llegaron a casa se tiraron en el sofá, ninguno podía moverse, decidieron que pedirían una pizza para cenar y verían alguna película, Raúl disponía de una amplia colección y no tenían ninguno mucho ánimo para salir de casa, dejarían la vida nocturna para conocerla el fin de semana.

- Tengo los pies destrozados, ha sido un día agotador pero gratificante a la vez, me lo he pasado muy bien con vosotros, sois unos chicos estupendos, me habéis acogido de una manera asombrosa, los madrileños sois muy amables y abiertos, ¿sois todos iguales? – comentó Alicia.
- Jajá jajá, no lo sé, por el resto no te puedo hablar pero a Toni y a mí nos gusta ayudar, supongo que es lo que nos gustaría que hicieran con nosotros si estuviéramos en una situación similar a la tuya alguna vez. Me alegra que te haya gustado, aquí hay muchísimas cosas para ver y con las que disfrutar, poco a poco te las iremos enseñando. – el tono de Raúl cambió – Quería comentarte algo, aunque no quiero ser un entrometido, casi no sabemos nada de ti, cuéntame un poquito de donde vienes, donde vivías, en fin lo que tú creas oportuno que deba saber de ti. Sinceramente antes me has dejado preocupado, has estado a punto de llorar y quisiera saber el motivo – preguntó con cautela, pues no quería que se asustara.
- A ver, vayamos por partes. Tienes razón, me habéis acogido aquí sin ningún tipo de explicación  de mi parte y estáis en todo el derecho de querer conocer. Cuando me encontraste supongo que venía del mismo lugar que tú, de Valencia, vivía allí, en concreto de un pueblo cercano a Benidorm, supongo que lo conocerás al menos de oídas o de haber ido allí de vacaciones alguna vez. Llegue aquí para empezar desde cero, cogí el tren donde nos encontramos porque fue la primera opción que se me presentó y he venido para olvidar, ¿olvidar el qué?, te preguntarás, olvidar el pasado, olvidar a la gente excepto a mi familia que se quedó allí, mi vida anterior y emprender aquí una nueva, Por lo que veo no he empezado nada mal, he tenido suerte de conoceros – respondió seria.
- Alguna vez eso nos gustaría hacer a más de uno. Te admiro por ello, tienes mucho valor por haberte liado la manta a la cabeza y dejar todo atrás. Eres una mujer muy valiente. Pero ¿qué es lo que provocó que te fueras?, ¿qué es lo que te ha impulsado? Valencia es una ciudad bonita, grande como Madrid, tiene que haber sido algo importante lo que te ha llevado a hacer tal acto.
- Es algo muy reciente, algo que todavía duele aquí – señalando su corazón – los hombres cuando queréis sois encantadores y otros guardan detrás de su piel de cordero un lobo. Deje todo por uno, por Sergio, un marinero que... – rompió a llorar.
- Hey, no, eso no. Para, no me cuentes más, ya me lo dirás en el momento que estés preparada y más serena y puedas ser capaz de hablar de lo que te ocurrió sin derramar una gota de tus ojos. Sólo te diré una cosa, ningún hombre se merece las lágrimas de una mujer, ninguno – la cogió Raúl entre sus brazos.

Estaba tiritando como un animal asustado cuando se ve acorralado, Raúl intentó calmarla en silencio, abrazándola, la había hecho rememorar ingratos recuerdos, sabía que algo pasaba y no había sido su intención hurgar en la herida pero, tanto Toni como él, en la tarde, notaron que algo no debía marchar bien. 

Cuando estuvo más serena, se separaron y ambos se quedaron mirando a los ojos en silencio. Algo dentro de Raúl le impulsaba a besarla, hasta entonces no se había fijado en lo bella que era, su rostro enrojecido por el llanto la hacía parecerse a un ángel caído del cielo. Su corazón empezó a palpitar intensamente, no quería estropear el momento,

“¿Qué le estaba pasando?, apenas la conocía, ¿qué era aquello que sentía?”.


A Alicia la ocurría algo similar, había sentido una sensación extraña al encontrarse entre sus brazos, una calidez que hacía mucho no experimentaba. Quizás se estaba confundiendo, tenía falta de cariño, de atención y estos dos días había sido el centro de atención por parte de dos personas del sexo masculino al que ahora ella aborrecía, “¿sería distinto con Raúl?”. No podía plantearse aquello ahora, debía preocuparse por adaptarse a su nuevo empleo y encontrar su sitio, más tarde el futuro y su destino proveerían el resto.

- Creo que es tarde, deberíamos irnos a dormir, mañana tenemos por delante un día de diversión absoluta como el de hoy, veremos cuando regrese Toni donde te llevamos esta vez aunque, desde luego, no será al Museo Naval, así que tranquila, ya tendrás tiempo de visitarlo en otra ocasión – sugirió Raúl intentando que la situación creada no fuera tan cortante.
- Sí, estoy de acuerdo contigo, además estoy molida, creo que ya no aguantaría hoy mucho más. Que duermas bien – se despidió Alicia.
- ¡Espera! – interrumpió Raúl – ¿No me vas a dar mi beso de buenas noches? – dijo con cara picara.

Alicia se volvió sorprendida, pensaba que por la mente de Raúl estaba pasando la posibilidad de que el beso provocará una respuesta por su parte.

- Aquí tienes, mimoso – dándole un beso en la mejilla – espero que no me hagas ir a arroparte a tu habitación como lo hacía tu madre cuando eras niño. 
- Eso lo dejaremos para más adelante. Hasta mañana – dijo Raúl desilusionado

Autora: Raquel Sánchez García

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