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Blog oficial de la escritora Raquel Sánchez García
"Escribir es mi vida y mientras exista una persona a la que mis letras le entretengan, pondré todo mi empeño en intentar convertirme, a través del papel, en un complemento de su felicidad" (Raquel Sánchez García)

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Obras publicadas de Raquel Sánchez García

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jueves, 19 de noviembre de 2009

Notas en la Memoria

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NOTAS EN LA MEMORIA

Viéndole allí sentado, en aquella silla de ruedas, no podía más que sentir nostalgia y pena. Parece mentira como pasan los años y nos vamos deteriorando poco a poco. Hacía pocas semanas que le habían detectado aquella maldita enfermedad, Alzheimer la llamaban y, en un período corto de tiempo, dejó de ser el hombre que fue.

Cuando era niña, solía sentarme en sus rodillas para que me contara historias, anécdotas por él vividas en sus años mozos. Resultaba fascinante escucharle hablar, aquella manera de narrar era única, describía los detalles de tal forma que te introducía en el sitio como si estuvieras allí mismo y sufrieras en tu piel los hechos que contaba.


Un día, Lorenzo, mi abuelo, me contó sus peripecias hasta que consiguió que sus padres le compraran una moto.

Miles de veces les había rogado, otras tantas suplicado y nunca conseguía su propósito. “¡Era una hazaña imposible!”, me decía, “mi padre testarudo como una mula nunca quiso que tuviera una, mi madre tenía miedo de que me ocurriera algo, había visto a los chicos de mi pandilla hacer autenticas burradas con las suyas y no estaba dispuesta a perderme. Puedo recordar el olor a gasolina cuando las arrancaban, y la cara que pusiste cuando fuimos a visitar el Museo de Ángel Nieto años más tarde, y vimos tantas máquinas juntas, incluidas aquellas con las que fue campeón.”

A los pocos años consiguió su sueño. Una tarde al regresar a casa después de haber estado trabajando, sus padres le llevaron con una excusa inventada al garaje donde guardaban el coche, y allí, tapada con una sabana, la vio. No cabía en si de gozo, al fin no tendría que ir andando o en transporte público al trabajo, podría llevar también a aquella chica, Patricia, a dar una vuelta los domingos cuando fueran al Retiro.

Todavía, cuando lo exponía, le brillaban los ojos. Que diferencia, ahora ya no podía conducirla ni llevar a nadie consigo, apenas se reconocía a sí mismo y, lo que era peor, ya no reconocía al resto de la familia allí reunida en torno suyo.

Me gustaría volver a sentarme en sus piernas, que me regalara caramelos para mantenerme quieta, regresar a la niñez y la inocencia de entonces, oír su dulce voz de nuevo, inventándose unas veces y relatando hechos verídicos otras.

Envuelta en mis recuerdos, en mis propios sentimientos y pensamientos, su persona se extinguía. Vi correr a mi madre por los pasillos buscando una enfermera que la socorriera, alguien que nos ayudara a mantenerlo allí, con nosotros.
Era tarde, la luz de su alma se fue apagando poco a poco, le colocamos en la cama y así, tumbado, me agarró la mano, en su cara se dibujó una sonrisa, entreabrió los labios y con el susurro que se escapa en los últimos momentos me dijo:

“Mañana te contaré otro cuento, mi dulce niña”

Autora: Raquel Sánchez
 García

2 comentarios:

Lasosita dijo...

Ha sido genial leerte, sobre todo en este relato, tan afín a alguno mío, incluso del mismo tema!

Raquel, un saludo!

paqui ortiz jódar dijo...

un placer leerte...un abrazo